miércoles, 12 de enero de 2011

Vargas Llosa, entre el paraíso y el ocaso

El paraíso en la otra esquina, de Mario Vargas Llosa

No he leído aún El paraíso en la otra esquina (2003), de Mario Vargas Llosa.  Confieso que me pesa esta carencia, porque las críticas sobre el citado libro -al parecer no es una novela al uso- son contradictorias y quisiera, claro, tener una opinión propia al respecto. En una entrevista, Antonio Jiménez Morato se refirió a ella como "vergonzosa, vergonzante incluso".

"El paraíso en la otra esquina, que me pareció una novela vergonzosa, vergonzante incluso, escrita por un estudiante de bachillerato, con la idea que tiene un estudiante de lo que debe ser la literatura, y pericia sintáctica y léxica, que es lo mínimo que se le puede exigir a un autor que con treinta y cinco años ya había escrito las novelas que le han valido el premio Nobel, novelas en las que él retorcía la misma idea de lo que debía ser la literatura. Pero es que, además, ese mismo año, algunos críticos, críticos que supondremos serios y profesionales y que están legitimados por los grandes medios nacionales donde publican, eligieron esa novela como una de las mejores del año. Se queda uno sin palabras ante ese despropósito constante. Me interesa más un libro cuando la literatura queda desbordada, cuando hay más cosas en un libro que mera literatura. No es habitual poder encontrarlo, pero a veces sí se da. Y sí, huyo de la literatura escribiéndola, así de idiota es uno". (Antonio Jiménez Morato)


No es la única voz crítica negativa que recibe esta historia de Vargas Llosa sobre la combativa Flora Tristán y su nieto, el pintor Paul Gaugin. Marlon Aquino dedicó una breve reseña al libro, "¿El ocaso de un grande?", redactada, supongo, poco después de su publicación. 
Aunque también he leído críticas muy favorables, reproduzco a continuación la de Marlon Aquino, publicada en El Hablador, que señala, con mesura y cierto distanciamiento, lo positivo y negativo que encontró en la esquina literaria del autor peruano cuando aún no había ganado el premio Nobel.

 
Mario Vargas Llosa
El paraíso en la otra esquina
Editorial Alfaguara

¿El ocaso de un grande?
En los últimos años no han sido pocos quienes han dictami-nado el ocaso literario de Mario Vargas Llosa, señalando al implacable paso del tiempo como eje operador del natural desgaste en sus facultades creativas. Ante ello, La fiesta del chivo (2000) apareció como una respuesta contundente: el ambicioso Vargas Llosa de La casa verde y de Conversación en La Catedral había vuelto. Ahora, tres años después, aparece El paraíso en la otra esquina, obra que ha despertado nuevamente las dudas sobre la vigencia de la calidad literaria de su autor.
El libro tiene como protagonistas a dos personajes históricos del siglo XIX: la empedernida luchadora social Flora Tristán, y su nieto, el pintor Paul Gaugin. A primera vista, los personajes son casi simétricamente opuestos. Gaugin es una suerte de "demonio" individualista, mientras que Flora Tristán es una "santa" preocupada por los oprimidos. Él utiliza a las mujeres para renovar su energía creativa; ella quiere que las mujeres dejen de ser objetos. Pero a ambos los une la obsesión por la pureza. Obsesión que les permite afrontar heroicamente las torturas de la enfermedad. Aquejada por la disentería y con una bala en el pecho, Flora sigue transitando de aquí para allá, luchando por una sociedad "justa". Cojo, casi ciego, carcomido por la sífilis, Paul también sigue andando, pero en búsqueda de una sociedad "pura".
El paraíso en la otra esquina es un texto que está entre el ensayo y la novela. Pero si se le considera novela, y se le juzga como tal, sus méritos son pocos. Sus técnicas narrativas no son muy novedosas, el ritmo es muy lento, no existe la intriga o el suspenso que atraiga al lector. Así, leído como novela, el texto puede arrancar bostezos. Sin embargo, terminamos de leer sus 485 páginas. ¿Por qué? Porque la información sobre las ideologías del siglo XIX es notable, porque asimilamos diversos aspectos de la pintura, porque las reflexiones sociales y estéticas son estimulantes. Es decir, este libro es valioso por su "fondo" más que por su "forma hechicera", para utilizar un término vargasllosiano.
El paraíso debe ser entendido como la culminación de un proyecto largamente acariciado por su autor. Sabemos que la fascinación del novelista por Flora Tristán data de mucho tiempo atrás. Sin duda, Vargas Llosa ha disfrutado el escribir este libro. Culminado el proyecto, quedamos a la espera de una nueva novela que ahuyente a los impacientes sepultureros literarios.

 Marlon Aquino






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